Profanum vulgus (2021), segundo poemario del autor, es ruptura y armonía, continuidad y discontinuidad frente a su primer libro, (la) poieticosa (2019, Ed. Lisboa), pues como ocurre con toda serie, predomina -entre ambos- cierta unidad de lo distinto. La primera sección del libro, poemas troquelados, bien puede leerse como un intermezzo, como una unión covalente que sutura la distancia entre los dos poemarios.
Profanum vulgus es un texto fronterizo, un palimpsesto que trabaja sobre la hendidura de la dicotomía, creando un ecosistema dentro del cual lo clásico dialoga con lo tecno, lo barrial transa con lo erudito, y hasta la pulcritud cristalina de la urbe, se llena de barro, tango y conurbano. Se trata de un breviario de sabiduría pop, de una pequeña apología con un solo gran apotegma: el miedo no es escriturable. Trinchera de verdad que el poemario explorará como una liturgia de tres direcciones, de tres lamentos: el beso del nunca, la trampa del ser y la piedra del delito. Vía crucis que transita del miedo al lamento, pues la poesía se parece a la gota del grifo cuando no deja de sangrar.
Profanum vulgus (2021), segundo poemario del autor, es ruptura y armonía, continuidad y discontinuidad frente a su primer libro, (la) poieticosa (2019, Ed. Lisboa), pues como ocurre con toda serie, predomina -entre ambos- cierta unidad de lo distinto. La primera sección del libro, poemas troquelados, bien puede leerse como un intermezzo, como una unión covalente que sutura la distancia entre los dos poemarios.
Profanum vulgus es un texto fronterizo, un palimpsesto que trabaja sobre la hendidura de la dicotomía, creando un ecosistema dentro del cual lo clásico dialoga con lo tecno, lo barrial transa con lo erudito, y hasta la pulcritud cristalina de la urbe, se llena de barro, tango y conurbano. Se trata de un breviario de sabiduría pop, de una pequeña apología con un solo gran apotegma: el miedo no es escriturable. Trinchera de verdad que el poemario explorará como una liturgia de tres direcciones, de tres lamentos: el beso del nunca, la trampa del ser y la piedra del delito. Vía crucis que transita del miedo al lamento, pues la poesía se parece a la gota del grifo cuando no deja de sangrar.